domingo, 28 de diciembre de 2014

All Mountain en Arganda

Para acabar el año, con jornada de ruta-homenaje gastronómico y sacarnos el mono hacer algo más el cabra nos decantamos por una ruta corta pero intensa por la dehesa del Carrascal, siguiendo el track de una quedada de all mountain del fin de semana anterior. No son más de 20 km pero prometen ser divertidos y seguro que nos descubren nuevos caminos por la zona que aún no conocemos.

La ruta requiere ser bien preparada, no se trata de un bucle claro. Son vueltas y revueltas por la dehesa, pasando por el mismo camino en varias ocasiones en diferentes sentidos, con cruces... imposible de seguir a simplevista, por lo que hay que customizar el track original con más de 15 waypoints para saber por dónde seguir (los que temenos gps sencillitos nos tenemos que buscar las mañas).

Salimos Oscar, Luis, David y servidor... desde el primer kilómetro sin tregua, comenzamos bajando de la Perlita a la Dehesa y subiendo por la senda ecológica... a partir de ahí siempre para arriba o para abajo, ni un km llano. Como era de esperar pasamos por senderos conocidos, otros nuevos muy a tener en cuenta e incluso a veces en los conocidos, con trazadas que no habíamos hecho. A lo largo de la ruta encontramos varios cortaditos, algún salto e incluso algunas zonas con mini pasarelas para ir saltando bancales... desde luego la ruta se la han currado a conciencia y es un lujo poder tener algo así a sólo 5 min de casa. Lo tomamos con calma, haciendo continuadas paradas para comentar, dándo la vuelta para repetir algún tramo y pasándolo bien sin prisa que es de lo que se trata. 

Acabamos la primera parte de la jornada con unas cervecitas antes de comer y damos paso a la segunda parte. Ya aseados y perfumados, nos damos un merecido homenaje de carnacas, vinos y copas con una agradable conversación y estirada sobremesa. Convenimos que esto no convalida la comida de Navidad puesto que no estamos todos, así que habrá que repetirla, qué le vamos a hacer...

... y con esto cerramos el blog de 2014, a ver qué caminos nos trae 2015 proyectos sobre la mesa, ya hay alguno que otro.


Por el cañón del Guadalix

Tras un otoño de abstinencia, únicamente habiendo rodado un par de rutas cortas por la zona y otra con más kilómetros hasta Chinchón, volvemos a juntarnos para hacer una ruta para mi desconocida cerca de la sierra: el cañón del río Guadalix. La ruta la ha preparado Luis, la ha realizado en varias ocasiones y para ésta, ha montado un track mezclando varias alternativas que hacen que tenga algo más de kilómetros, ya que la ruta es sencilla y de otro modo se podría quedar muy corta.

En esta ocasión, salimos Martín Bros (Edu y Sergio), David y nuestro guía Luis. Oscar en el último momento causa baja, con todos los trastos de matar preparados y vestido para la ocasión, tiene que quedarse en casa por convalecencia fam

iliar... y es que como dijo alguno, hay que salir de casa sigiloso y sin las zapatillas puestas.

La ruta arranca en el polígono de Guadalix, con un frío del carajo y humedad por lo cercano de río, enseguida son adentramos en un sendero que va paralelo al río, en sentido opuesto a la corriente hacia el trasvase de agua de Azud de Mesto (bendita crónica por whatsapp de Luis, sin ella no habría detalle de las ubicaciones y nombre de los lugres de paso en esta). De camino, hacemos una parada para ver una poza llamada el Hervidero, con dos cascadas de unos cuantos metros, merece la pena el alto en el camino.  

Tras los primeros kilómetros de senderillo o singletack, pasamos el trasvase y atravesamos Pedrezuela, dónde el olor a leña, brasas y panceta churruscada nos despierta el apetito. A partir de este punto nos quedan unos cuantos kilómetros de pista previa parada en la presa del Vellón.  Nos plantamos en el medio de la presa para comer algo y enseguida el guardia de seguridad nos pide que nos retiremos a uno de los extremos, por lo visto está prohibido parar en medio. Desde allí más paseo por pista tranquilito hasta una de las zonas más bonitas de la ruta: la dehesa de Moncavillo. Parece mentira que un sitio así se encuentre tan cerca de Madrid, lleno de animales y con unas vistas preciosas. Pasamos cautos entre vacas (charolesas por cierto, lo que aprende uno), caballos y algún cazador con poca conversación y seguramente molesto porque le espantamos piezas (las voces de Edu, en la paz del bosque seguro que pusieron el alerta a alguna que otra). 


Para salir acabar este bucólico paseo por el campito acabamos con una pequeña trialera que nos lleva hacia Guadalix, algún tramo más de pista y para irnos con buen sabor de boca acabamos por un sendero de lo más divertido. Sencillo, pero rápido, de los que se ganan el calificativo de disfrutón... y eso si, con los 200 últimos metros antes de llegar a los coches, de barrizal. Da igual que haya 200 m o 45 km de barro, la bici acaba igual.

Acabamos con la cervecita y tapita de rigor: Ruta bonita, muy adecuada para esta época de año en la que la nieve limita más la sierra y en la que al menos en mi caso, las condiciones físicas no son las mejores.  Sólo tendremos que esperar 6 días para la siguiente, con bonobici de ruta y comida.

domingo, 31 de agosto de 2014

Rutón!!!

Desde este invierno teníamos una senda pendiente, no la habíamos hecho nunca e intentamos la locura de hacerla con nieve. Se trata de la conocida senda de la tubería, y en aquel momento, necesariamente nos tuvimos que dar la vuelta, era muy complicado llegar a puerto de Navacerrada, la nieve se había compactado y se había helado, por lo que no teníamos nada de tracción y prácticamente todo el camino había que hacerlo andando. En esa situación nos pareció un riesgo intentar llegar a la tubería y bajarla. Viéndolo a toro pasado, hicimos muy bien, bajar la tubería con nieve y hielo, a parte de ser un riesgo innecesario hubiera sido muy pesado ya que pocos tramos serían ciclables.

Pues bien, este fin de semana con buen tiempo, tocaba conocerla. Salimos de Cercedilla Luis, Oscar y yo a las 9 de la mañana, con solete y poco calor: ideal. La ruta empezó muy suave, un par o tres de kilómetros por carretera para entrar en calor, paralelos a la vía del tren de la Naturaleza que llega a los puertos de Navacerrada y Cotos. Justo cuándo empezábamos a cansarnos del asfalto, comenzó una subida por pista que en breve nos adentró en senderos, sólo esos primeros kilómetros de bosque y helechos justificaban para nosotros tres los kilómetros en coche hasta allí. En este primer tramo coincidimos con una carrera popular de trail-running: vaya con lo popular, cómo está la gente y que fiebre hay con lo de correr por el monte. Desde adolescentes a jubilados dándolo todo en subidas que te sacan el corazón. Tras darles ánimos e intentar molestarles lo menos posible, nos desviamos por otra senda que nos lleva por la ladera de las Berceas y dónde seguimos disfrutando del bosque y las sendas en tramos que suben levemente e incluso llanean.


Un poco más adelante, nos toca echar el pié a tierra y a darle al empujabike, hay trialeras que son francamente difíciles de hacer en bici subiendo y en las que es esfuerzo puede pasar factura. Éstas nos llevan hasta la carretera de la República, por la que llegamos al mirador de los poetas, el de la Reina y luego el puerto de la Fuenfría. Estos tramos si que los conocemos y si los tomas con calma, son casi unos kilómetros gratis, comparado con lo que hemos hecho previamente. 

Allí coincidimos con bastanes ciclistas, hasta el momento habíamos ido solos, comemos algo, descansamos unos minutos y tras descubrir en los carteles informativos que la que para mi ha sido toda la vida La Calzada Románica, es la Calzada Borbónica... nos tiramos hacia la senda de los Cospes para luego pasar al camino Schmidt. Este tramo, pese a haberlo pateado alguna que otra vez nunca lo habíamos hecho en bici, y es de lo más divertido, me recuerda a El Ingeniero: el mismo tipo de senda. El único punto negativo, que Oscar perdió el GPS y nos dimos cuenta prácticamente al final, por lo que volver a deshacer todo para buscarlo, con la cantidad de gente que había andando podía ser algo infructuoso, así que seguimos adelante.



Llegamos a Navacerrada, pasando antes por la pista de esquí que me había tocado subir hacía apenas un mes, y sin llegar a detenernos seguimos por la ladera de la Bola del Mundo, en una subida tendida que nos lleva hasta el collado del que sale La Tubería. Volvemos ha hacer un descanso en este punto, nos calzamos las protecciones y bajamos los sillines. El primer tramo no tiene mucho encanto, es un singletrack pedregoso por que ruedas continuamente, en recto sobre rocas, hasta que llegamos a una zeta donde empieza la famosa tubería. Esta senda tiene tramos técnicos y otros más sencillos, con unas vistas increíbles hacia el valle de la Barranca y la Bola del Mundo a la espalda. 

Comprobamos que esa máxima de que si pasa la rueda delantera.. pasa todo, cuándo hay una tubería de hierro en el mismo sentido que tu, no se cumple. Ya puedes estar listo para levantar las dos ruedas o pegas un patinazo a la mínima. Pese al buen tiempo que habíamos llevado todo el día, el cielo empieza a cerrarse empiezan a sonar truenos y vemos a pocos kilómetros sobre el lugar al que nos dirigimos, cómo cae una buena tormenta.  El campo empieza a tener un olor espectacular, se intensifica el olor de todas las plantas y la tierra a causa de la lluvia. Es increíble.


Llegamos al mirador de las Canchas, no llueve pero está todo empapado, ahí estaba jarreando la tormenta. Parada rápida para gozar las vistas y bajamos rápido por la pista de la Barranca hasta la senda ortiz: otra gozada de la sierra. Este tramo se hace algo más duro ya que es de subida y con algún tramo técnico, pero no obstante, llevamos buen ritmo. Enseguida llegamos a Bambi y lo bajamos mejor que nunca, lo poco que ha llovido y lo que se ha mojado el terreno, ayuda mucho.

Desde ahí llegamos a Cercedilla por el Escorpión, otro sendero que no conocíamos y que también es muy divertido, con unas cuantas curvas bien peraltadas casi de 180º. Este tramo nos deja casi en el pueblo, llegamos al parking tras casi 5 horas de ruta contentos como niños por el rutón que nos hemos metido para el cuerpo, porque esta sierra no deja de sorprendernos. Nos quedan muchos caminos por pedalear... afortunadamente!


lunes, 4 de agosto de 2014

Intento a Peñalara

Desde hace tiempo tenía ganas de subir a Peñalara, el punto más alto de Madrid, en bici. Sabía que algún tramo me tocaría cargar con la bici, pero bueno, sólo era cuestión de ir con clama y no andar con prisas; si hay un momento para hacer esto, es verano, aquello está alto y el resto del año es más posible encontrar nieve o mal tiempo. 

Ya que desde casa está lejos y dispongo del día entero, planifico una ruta para ponerle algo más de gracia a la jornada. A toro pasado, un poco locura teniendo en cuenta mi estado de forma. La idea es salir de la estación de Navacerrada, subir a la Bola del Mundo, bajar a Cotos, afrontar Peñalara y comer arriba, desde ahí descender más de 1000 m. del tirón hasta el puente de la Cantina y subir de nuevo a Navacerrada.

Con este plan, empiezo a pedalear a las 10 de la mañana, con mucha calma por las rampas de la Bola. Pese a que lo quieras afrontar casi como un paseo, algunos tramos tienen pendientes muy fuertes que hacen que el corazón se ponga a tope. Mientras subo, pienso y me asombra cómo en la Vuelta a España, pueden acabar una etapa aquí y ser capaces de subir con toda la tralla que ya llevan en el cuerpo, es sobrehumano... Una vez arriba, me regalo un rato disfrutando de las vistas sin prisas, es un lunes de agosto y pese a ser un lugar muy frecuentado por aficionados a la montaña, apenas me cruzo con un par de personas. Es una gozada disfrutar de las vistas y el silencio.

Tras el merecido descanso, bajo la tija, suelto suspensiones y a bajar hasta Cotos. Los primeros tramos son un auténtico pedregal, parece que hayan volcado un camión de rocas, hay sitios en los que apenas se ver el suelo, pero lo tomo con tranquilidad e incluso paro para hacer alguna foto. Llego hasta uno de los remontes de Valdesquí y desde ahí a Cotos, a Venta Marcelino para avituallarme con un señor bocadillo que me zamparé en la cima de Peñalara. 

Después de comer una barrita, y beber bien, con mi bocata en la mochila y la ilusuón de empezar a subir Peñalara, empiezo a pedalear por la pista que va hacia las lagunas y he aquí mi sorpresa... una amable guardabosques (o como se llame), sale a mi encuentro y me dice que no está permitido subir en bici. Ufff mi gozo en un pozo. Imposible.

Ante esta situación, sólo puedo seguir la ruta como si bajase de Peñalara, hasta el Puente de la Cantina.  Es una pena no haber podido subir pero queda ruta por disfrutar. El descenso por el bosque es una auténtica gozada, una bajada que permite disfrutar mucho más que la de la bola. Hay tramos en los que incluso me doy la vuelta para volver a repetirlos. No confío mucho en el track que llevo, no coincide muy bien con la senda que llevo, pero está claro que tiene que ser la buena, es la dirección adecuada y por dónde marca el track no hay pista. Tras unas cuantas paradas para hacer fotos, llego al puente en la vertiente segoviana del Puerto de Navacerrada. En este punto pienso que la ruta está prácticamente acabada, que toca subir y se acabó: error. 

Cruzo la carretera y empiezo a subir por una senda, con algún tramo que obliga a echar el pie a tierra y otros en los que se cierra por completo con arbustos y maleza. Llego a una pista que se agradece, ya  que puedo subir un poco más descansado, pero aquí el track o mi gps empiezan a volverse locos. El track abandona la pista y sube monte a través por lugares en los que ni se intuye la senda. Como ya había fallado anteriormente decido no hacerle caso y seguir en la pista que va ganando altura y en dirección a Navacerrada, muy desencaminado no puedo ir.

Poco más adelante la pista se acaba y empiezo a encontrar rampas en las que me toca empujar, la pendiente es imposible, voy parando a descansar, fotos, disfruto del bosque... pero me queda la sorpresa final: la senda acaba en la pista de esquí de el Bosque. El principio es suave pero se lo que me espera, hace unos meses haciendo el camino Schmidt vi a un ciclista pasando penurias para subir por ella. Vaya loco, pensé en ese momento, cómo se le ocurre meterse ahí... Pues ahí me encontraba yo. La inclinación era brutal y el terreno complicado para andar y pisar en firme. Tardo casi 50 min en subir la pista, y no creo que llegue a 600 m de longitud. Haciendo zetas para poder ganar altura llego hasta el camino Schmidt. Esto si que es el fin de ruta, desde aquí, es un paseo hasta Navacerrada.

No quiero pensar cómo habría sido acabar así la ruta si llego a subir a Peñalara, hubiera llegado de noche... menos mal que iba con calma. 







sábado, 26 de julio de 2014

Rascafría

Última ruta por la sierra antes de vacaciones. En esta ocasión nos planteamos ruta con comida por la zona de Rascafría, una gran desconocida para mi y con muchísimas posibilidades. Barajamos la opción de subir al carro del diablo o el puerto del reventón, aunque finalmente lo descartamos. Luis se trabajó un track buscando variedad por la zona y en el que ya era demasiado meter estas subidas en esta época del año, ya que aunque es una zona más fresca, es julio y el calor aprieta de lo lindo. A la una es hora de buscar una terracita a la sombra con cerveza fría. No nos quedará más remedio que volver.

Aquí está el enlace al track y la crónica que subió Luis a Wikiloc: 

Salimos de Rascafría camino del Monasterio del Paular dirigiéndonos hacia el Mirador del los Robledos dónde se encuentra ubicada el monumento al guarda forestal, sitio en el cual, nos deleitamos de unas vistas impresionantes del valle del Lozoya. Ascendenmos por pendientes del 5 y del 8% pero si complejidad técnica. Bajamos hacia el arroyo de La Angostura, bordeamos el Lozoya y volvemos a ascender dirigiéndonos a la zona de los tejos milenarios. Desde aquí rápida bajada al Puente de la Angostura, Embalse de la Presa Del Pradillo pasando por un sendero del cual nos deleitamos todo el grupo. Vuelta a Rascafría pasando por el Monasterio del Paular.

La ruta combinó pistas y senderos, bonitas vistas, buena compañía y un buen final a base de carne de la zona y cerveza fría... qué más se puede pedir...





lunes, 21 de julio de 2014

Catando las flacas

Este fin de semana, he tenido la oportunidad de probar cómo se rueda en ruta sobre una bici de carretera. Hacía tiempo que tenía ganas, y se dio la ocasión. Oscar tenía que hacer unos km en ella para preparar su próximo triatlón e iba a salir con un par de compañeros del trabajo. En cuanto me propuso salir y me confirmó que podía conseguir una bici, no lo dude. Solo hubo que inflar ruedas y cambiar los pedales para que pudiera montar con mis zapatillas de montaña. Por lo demás la bici me iba como un guante, la talla clavada. Necesité rebuscar ropa de lycra por todos los cajones, hace años estaban llenos de ella, pero según hemos ido pasando del xc al AM, a ido desapareciendo, de hecho tuve que desmontar unos pantalones para sacar el culotte.

Salimos el domingo por la mañana desde Perales del Río. Los primeros kilómetros en dirección San Martín de la Vega, son llanos, vienen bien para ir haciéndose a la postura y los desarrollos. Las primeras sensaciones son muy chulas, con poco esfuerzo vamos rodando por encima de 30 km/h. Subimos La Marañosa por el carril bici, no son rampas duras y las piernas están frescas, así que más o menos aguanto el ritmo, aunque al final prefiero aflojar y descolgarme un poco para no echar el resto desde el principio. Queda mucho por delante. Desde San Martín nos dirigimos a Morata y toca subir un segundo puerto (si es que se le puede llamar así), aquí ya empiezo a notar que el ritmo subiendo no es el mismo, voy más atascado. Una vez arriba, bajada rápida hacia Morata, valoramos ir a Chinchón pero por evitar la mala carretera, decidimos seguir por la vía verde de la Vega del Tajuña. Tiramos hasta Tielmes, donde llegamos con 43 km y hacemos la primera parada para comer algo. 

Para evitar deshacer el camino, miro en el movil cómo podemos cerrar la ruta haciendo un bucle, lo más razonable parece llegar a Valdilecha, de ahí a Arganda, San Martín y desde ahí deshacer camino subiendo Marañosa por el lado que habíamos bajado por la mañana. Retomamos el camino y a los pocos metros, hay que parar: he pinchado, una china se ha clavado en la rueda, algo desgastada y ha tocado la cámara.

La subida hacia Valdilecha comienza tendida, es llevadera, pero una vez pasamos el pueblo y hay que acabar de salir de la vega, la carretera se hace más dura. No es una subida larga, pero las rampas son fuertes, a mi me sobran platos y me faltan piñones, estoy acostumbrado a subir más alegre y no tirando tanto de piernas. Este esfuerzo ya me deja tocado para el resto de ruta. Además para añadir algo más de dificultad en cuanto coronamos el viento empieza a estar más presente, menos mal que en gran parte de estos tramos, me esperan y me van quitando aire, lo que me hace las largas rectas más llevaderas.

Llegamos hasta Arganda bajando desde que cruzamos la R3, menos mal, son unos kilómetros de descanso me que vienen muy bien. Hacemos la última parada de avituallamiento en el McDonalds, donde cogemos unos refrescos... y me quedo con las ganas de una hamburguesa, jeje, no será por hambre, pero no me parece muy prudente y por si acaso, me como una barrita energética. Desde Arganda a San Martín el terreno es fácil, a pesar de eso voy ya muy justo y sigo rodando protegido por el grupo. Aunque hay que seguir dando pedales, es una ayuda que se nota muchísimo, Oscar está fuerte y sigue tirando con el plato grande enganchado, y yo a rueda lo que pueda, agarrado en la parte baja del manillar en posición fetal intentando evitar el viento todo lo posible.

Cuando empieza la subida a la Marañosa, la recta final de la ruta prácticamente, me descuelgo del grupo para subir a mi ritmo, enseguida les pierdo de vista y me centro en encontrar un ritmo cómodo que me permita llegar, las piernas ya no dan más y las sensaciones no son buenas, son casi 100 km, la primera vez en carretera, con viento y después de un mes sin montar. Hacía mucho que no se me hacía tan duro acabar una ruta, pero a la vez tan gratificante haberlo conseguido y es que los logros con esfuerzo, se aprecian más. Después de coronar, me vuelvo a unir al grupo, y nos dejamos caer, después otros 5 o 6 km de llaneo hasta llegar a los coches y fin de ruta.

La experiencia ha sido buena, es llamativa la sensación de cómo rueda una bici de carretera cuando estás acostumbrado a ir con neumáticos de 2.3 y suspensiones. Con el mismo esfuerzo, llaneando la velocidad es el doble. La postura es totalmente diferente y aunque se trata de dar pedales, las piernas se cargan de otro modo, la fatiga es como si nunca hubiera dado un pedal, los hombros, la espalda y el cuello, se quejan... Por contra, cuando ruedas a ritmo, los kilómetros parece que los regalan. Divertido, y seguro que entrenar en invierno en ella, te deja fino, si hubiera tiempo para todo... aunque tras 100 km echo en falta una piedrecita, un surco, un sendero: algo de técnica o conducción.

Lo mejor de la experiencia, como casi siempre que das con ciclistas de verdad, la gente y el compañerismo que hay en este deporte. Esto si que engancha.




jueves, 19 de junio de 2014

Zona Zero 2014

Ya teníamos ganas de hacer una escapadita de fin de semana para montar, de esas en las que te puedes pasar todo el día montando, llegar a la hora que sea, salir de cena y al día siguiente volver a darle en algún sitio nuevo. Durante la última ruta del Ingeniero fuimos valorando posibles fechas y lugares, valoramos ir a algún centro de bit que no conociésmos pero finalmente fuimos a lo seguro: nos quedan muchas sendas en Aínsa por recorrer, así que volvemos a la Zona Zero, el mejor centro de enduro de España. En este viaje, falta Pedro, no está la cosa como para alejarse mucho... en breve debe llegar ya Pedro VI.

En esta ocasión salimos de viaje el viernes por la mañana para poder hacer una ruta más esa tarde. El viaje va bien hasta que decidimos entrar a comer en Barbastro, al no encontrar rápidamente ningún sitio en el que poder dejar en coche con las bicis a la vista, decidimos seguir adelante pero el gps nos juega una de las suyas... nos saca a una carretera de tercera para casi todo lo que nos queda de viaje, de las de ir a 40 o 50 como mucho (aunque para el gps está limitada a 90). Esto nos suma media hora más al viaje pero nos deja a cambio algunas vistas muy chulas del Sobrarbe.  Llegamos a Aínsa para comer, hacemos algún ajuste en mi bici en el taller del hotel (muy cómodo disponer de ello), picamos algo, cogemos habitación y a montar.

El viernes empezamos con la ruta que recorre la cresta del monte Pumariello. Es cortita, muy cómoda para una tarde y por lo que leemos, con trialeras divertidas. La empezamos por caminos que ya habíamos hecho en Bajo Peñas el año pasado pero enseguida se desvía. Todo es más o menos asequible hasta que llegamos a enganchar el cordal del monte. Da la sensación de que afrontamos la subida de la montaña de frente... nada de zetas, por lo que hay que echar el pié a tierra y hacer algo de empujabike en algunos tramos. Cuando llegamos arriba, tenemos 4 km por la cresta, entre árboles y co unas vistas increíbles. Sólo por este momento han merecido la pena las horas de coche. A partir de este punto casi todo son bajadas y algún repecho para volver a bajar después. Aquí es dónde empiezo a disfrutar de verdad las ventajas de la tija pija. Como es habitual, nos vamos parando a sacar alguna foto, a comentar la jugada o a esperarnos tras tramos largos. Las trialeras en esta zona no defraudan, son de todo tipo, pero siempre muy divertidas, la dificultad la pone por lo general la velocidad a la que quieras bajar, a penas a hay pasos en los que tengas que bajarte (por supuesto habrá quién los haga sin ningún problema). Llegamos al pueblo atardeciendo, ya hemos entrado en calor para la ruta de mañana.


Cena viendo el primer partido de España en el mundial, en el mismo hotel dónde nos alojamos. El primer paso del batacazo de la selección en Brasil. 

El sábado tocaba la ruta larga, Peña Cinglas y Coda Sartén, añadiendo una variante para hacer unos cuántos kilómetro más. También valorábamos hacer otra ruta de la zona fuera de Aínsa: el Ibón de la Basa de La Mora. De ésta última habíamos visto fotos espectaculares de los paisajes, es una ruta de alta montaña que se adentra más en Pirineos, pero finalmente nos quedamos con la primera ya que parecía más amena y variada, con senderos de todo tipo y un tramo por los conocidos badlands. 

La ruta empieza con unos ramponenes de los que te hacen que te suba el pulso al máximo, de hecho en 45 minutos llevamos menos de 4 kilómetros y necesitamos hacer una parada para coger aire. La subida sigue hacia Partara, es un tramo común con la ruta de los miradores, hay unas vistas increíbles de Aínsa y el río Ara. Desde los miradores bajamos por un sendero hasta llegar a un río que nos toca cruzar, no nos arriesgamos a hacerlo en bici ya que parece que en lugar de agua baja cemento, el suelo es muy blando y las posibilidades de un chapuzón, muy altas. Con este panorama, nos quitamos las zapatillas, las tiramos a la otra orilla y a cruzar bici en mano. Una vez al otro lado, toca volver a subir y alargar la ruta con una variante dura dura en dirección a la cruz del monte. Nos encontramos tramos en los que no queda mas remedio que bajar y empujar, senderos de medio metro recorriendo laderas y para acabar un sendero por bosque que enlaza curvas sin parar, una auténtica gozada. Un parque de atracciones del mountain bike. Desde aquí llegamos a Margudgued y después a Boltaña dónde hacemos una parada para tomar algo en un bar y refrescarnos, son casi las tres de la tarde, hemos salido a las 9 y llevamos menos de 30 kilometros.


A esta altura ya hemos salido de la variante y vuelto a la ruta original, ha merecido la pena, ahora nos queda una subida hasta Coda Sartén y bajar hasta Aínsa. La subida la afrontamos con tranquilidad, ya hace mucho calor, aunque personalmente, después de haber afrontado algunas de la variante, esta se me hace bastante llevadera. La bajada a Aínsa tiene algunos de los tramos más espectaculares que he visto, imponene bastante por lo expuestos que están, son senderos por las crestas de los badlands. Una vez acabado estos tramos, entre campos llegamos a una pista asfaltada que nos deja en la plaza del pueblo. Aunque son las cinco de la tarde, a nosotros nos queda la comida pendiente, así que arrasamos con una pizza en la misma plaza. Sabe a gloria después de un rutón como este. Por la noche nos damos un homenaje en un asador y cogemos fuerzas para la última ruta.

Para el domingo dejamos una ruta corta, a fin de poder acabar pronto y no llegar muy tarde a Madrid. Tal y como teníamos previsto hacemos la ruta de los miradores de Aínsa. Parte es común a la del día anterior, las primeras rampas pero cuando se separa empiezan las trialeras llenas de pedrolos y escalones hasta llegar a Morillo de Tou, en una tialera divertidísima, dónde atravesamos un camping. En el camino hemos dejado atrás las ruinas de lo que imagino sería una torre de vigía medieval: Torre de Cotón. Desde aquí vuelta a subir y afrontar la última bajada para acabar con buen sabor de boca. Llegamos al mirador de Partara en la senda que llega a él, al borde de la sierra, me llevo un pequeño susto que al momento se convierte en emoción: voy atento al suelo pues el sendero es técnico, cuándo  oigo delante de mi un ruido muy fuerte, instintivamente alzo la vista y delante de mis narices veo un buitre que batiendo las alas se eleva para luego lanzarse al vacío. Absolutamente espectacular. Hacemos el último descenso por Selba de Guaso, un divertido sendero que permite bajar rápido entre el bosque.


Ya nos quedan pocas rutas que salgan desde Aínsa, en la próxima visita nos tocará movernos por los alrededores, aunque no nos supondría ningún problema repetir algunas de las que en estos dos años hemos hecho.



domingo, 18 de mayo de 2014

Volvemos al Ingeniero

Nos faltan excusas para hacer esta ruta... la más habitual, al menos las 3 últimas veces, ha sido coincidir con compañeros de ruta que no la han hecho. Esta ruta es un imprescindible de la sierra, hay que conocerla, así que sólo falta busca una fecha en la que poder juntarnos un buen grupo y tirar al monte. En este caso y ya con unas cuantas semanas de antelación, la habíamos fijado para el 17 de mayo, con comida incluida.

Tras un par de bajas en la grupetta, nos dimos cita 6 personajes con ganas de darle al pedal en la entrada de San Rafael. Desde el lunes habíamos intercambiado tracks, valorado algún añadido para llegar hasta Cueva Valiente, y Luis, se había customizado un track con un montón de información en way points. Había identificado el final de las subidas, trialeras, fuentes, las mejores vistas, e incluso escenarios de El Laberinto del Fauno... íbamos bien preparados.

Esta ruta no regala ni un kilómetro y desde el principio empieza sin bromas. A los 200 m de empezar se esta enganchando el plato pequeño porque nos esperan casi 4 km de subida por sendas entre árboles y trialeras por el camino de la Peña del Águila, con alguna rampa de dureza respetable... Aquí el grupo grupo se empieza a romper, y vamos haciendo paradas frecuentes para reagruparnos. Cuando llegamos a la pista que aunque sigue subiendo, al menos nos dará algo de descanso, Luis se da cuenta de que ha perdido las gafas y Oscar y él y yo nos volvemos a buscarlas (no es cuestión de dejar unas oakley tiradas por ahí), mientras que Edu, Sergio y David continúan subiendo hacia el collado del Hornillo. El caso es que cuando estamos a mitad de bajada Luis cae en la cuenta de que ha metido las gafas en la mochila cuando ha sacado algo de comida en la última parada, así que tema arreglado, nos damos la vuelta y a enganchar la pista hasta el collado, primera cumbre de la ruta. En esta subida junto con Oscar, ya se empieza a fraguar una posible escapada a Aínsa...


Cuando llegamos, acaban de hacerlo los tres del grupo que se habían adelantado y ya encaramos juntos la primera bajada, para mi de las mas divertidas. Hay un trozo "monteatravés", hasta la primera fuente, para luego coger un sendero con algún tramo corto de trialera al principio, pero que luego da paso a una senda rápida y divertida. En estos primeros tramos, empieza la compra de parcelas, Luis abre con una opa y se estrena el muslo contra una piedra que le deja la pierna medio dormida y con una sensación rara para toda la ruta. El sendero nos lleva hasta el camping de Peguerinos y un poco más adelante, a la presa, dónde hacemos una parada algo más larga para comer y hacernos unas fotos. El día está de lujo, está claro, con una temperatura perfecta y sin viento.

Desde la presa empezamos a subir por sendas de nuevo hasta otro collado y luego hasta La Laguna, el punto más alto y posiblemente mas bonito de toda la ruta (esto es difícil de elegir). Aquí ya no hay más montaña alrededor y en el horizonte la pradera se junta con el cielo... no hay nada más detrás a la vista. Normalmente suele haber caballos en ella pero en esta ocasión, no tenemos la suerte de verlos. Una vez que dejamos atrás la pradera, bajamos por pista hasta desviarnos por un sendero y encarar las últimas subidas, hasta el cruce de caminos que lleva a Cueva Valiente.

La situación resulta graciosa, llegamos allí estando solos, como en casi toda la ruta. En cuestión de segundos por la izquierda aparecen dos todo-terrno, de fondo un grupo de andarines, al menos 30, y por la derecha otro grupo en bici de 8 o 10 personas. La situación pasa de la calma total a parecerse a la plaza de Cascorro un domingo. En ese punto valoramos si subir a Cueva Valiente, personalmente hace tiempo que tengo ganas de subir, pero dudamos por la hora. Edu pregunta al grupo de bikers que apareció por allí, que tenían pinta de controlar la zona y nos confirman que la subida es técnica y que le meteremos una hora más a la ruta. Lo descartamos porque aún nos queda un buen trecho, hay que llegar hasta la  trialera del boquerón y luego encarar el Ingeniero.




Para otra ocasión quedará Cueva Valiente, así que agarramos la pista y subimos por ella con calma, la abandonamos para volver a coger senderos hasta el último collado, algo más de senda y bajada al ingeniero por el boquerón, que en en esta ocasión, se me atragantó y me toco acabarlo a pata. Nos reagrupamos todos y ya estamos ante el último tramo y para lo que hemos venido, los 14 kilómetros de singletrack de vuelta hasta San Rafael.  Los primeros tramos del sendero son más estrechos y técnicos pero luego el sendero se ensancha. Aunque siempre va perdiendo altura, exige pedalear y afrontar algún repecho. En este tramo el grupo se estira más, salvo Oscar y yo el resto está más acostumbrado a otro tipo de caminos y a rutas de más distancia (de hecho Edu y Sergio harán Madrid-Segovia, a estas alturas, ya sabemos que lo acabaron en menos de 10 h!!), el día que nos pillen en una ruta rodadora nos van da devolver los sendertos jeje...

Siendo así y dado que Edu y Sergio tenían que regresar a Madrid a comer, me adelanto con ellos y con Oscar. Luis se queda con David en principio más atrás pero su track le desvía antes y enseguida le vemos por una carretera que va paralela por debajo de la senda.

Finalmente llegamos todos a los coches, todos salvo David. Es verdad que venía más atrás pero ya nos extraña que tarde tanto y va sin track. Enseguida recibimos una llamada suya porque el camino se estrecha demasiado, lo que le hace desconfiar y con razón. Vuelve hacia atrás y enseguida encuentra la última bajada hasta la carretera. Estos deslices cuando ya vas casado son matadores...

Cuando llega David, se acaban de marchar Edu y Sergio, los cuatro que quedamos nos subimos a comer al puerto de los Leones. Unas cervezas, un buen jamón, un par de kilos de buey y todos tan contentos para casa.

domingo, 4 de mayo de 2014

¿Y por qué una maratón?

27 de abril de 2014. Día D a las 7:02 de la mañana.

Después de un buen desayuno y de organizar todo lo necesario, me preparo para afrontar un gran día. Hasta aquí podría parecer que vamos a hacer una buena ruta, pero hoy el madrugón no es para disfrutar de una salida en bici, sino para afrontar uno de los retos más duros de mi vida. Correr la Maratón de Madrid! Sé que el blog no está concebido para hablar de running, pero sí para hacerlo de esfuerzo, sacrificio, compañerismo, retos, ... Y en esto la maratón es la reina!

En la calle frío y silencio. Madrid se despereza con los primeros runners que vamos hacia el metro que nos acercará a una parada de nuestra vida que marcará un hito para muchos de nosotros.

7:45. Pedro aparece a lo lejos por Infanta Cristina. Correspondiente abrazo de día grande, comentarios sobre sensaciones y subimos hacia Retiro donde se encuentran los guardarropas. Hidratación, pomadas, glucosa y dejamos la bolsa sin demasiada dificultad a pesar de la cantidad de gente. Nos sorprende el número de extranjeros con los que nos vamos encontrando.

La vejiga parece estar llena siempre por mucho que la vacíes, ¿serán los nervios?

8:45. Llegamos a Cibeles. Hacemos tiempo estirando ligeramente y poniendo en orden GPS, reloj, lista de reproducción,... 5 minutos antes de comenzar nos encontramos a mi compañero Adolfo, breado en mil batallas, concretamente nos dice que lleva 30 sin darle ningún tipo de importancia, que no ha entrenado mucho y que sí son 5 horas, pues eso...

9:05. Nos movemos! Esto arranca!! Para empezar, subida a Chamartin que nos sirve para buscar sensaciones e ir buscando nuestro sitio en la carrera. Las mías, las sensaciones, no son buenas, llevo arrastrando molestias en los tobillos desde hace tiempo y aparecen a los 2 kms de empezar. Me digo: esto va a ser duro, prepárate.

Seguimos muy animados encarando de nuevo Castellana esta vez de bajada, tan animados, que oigo a Pedro: "get out of my head", con tono un poco afeminado, nos reímos y le reconozco que yo también tengo ese tipo de canciones para animarme corriendo. Bajamos Castellana y cogemos Bravo Murillo. Km 10 y el resumen es que vamos a buen ritmo (5'30'' aproximadamente) y con las fuerzas intactas.

Km.13.600. En este momento la carrera se separa: los que hacen la media maratón y los que giramos para afrontar la gloria. Los primeros lo saben y nos homenajean con aplausos, ánimos y vítores, que nos ponen la piel de gallina y me hacen comprender la grandiosidad de lo que vamos a realizar.

Subimos Santa Engracia, San Bernando para llegar a la mítica Gran Vía, bajamos por Preciados y otra vez los ánimos y las sensaciones a flor de piel cuando llegamos a la Puerta del Sol y la gente se rinde ante nosotros. La calle mayor se estrecha debido a la afluencia. Giramos hacia La Almudena, Palacio Real, Plaza de España,... Sin duda, la parte más bonita de la maratón, y seguro que de muchas otras maratones. Que se note que soy Gato!

Km 20. Después del arreón de Sol, empiezo a comprobar que las piernas no responden ante las subidas previas al Parque del Oeste. Las molestias en los tobillos, no son sólo molestias y se unen abductores cargados y ligero bajón mental. A pesar de todo, llegamos a la mitad de la maratón con 1:57.

Empiezo a no ir cómodo ni siquiera bajando debido al dolor, el Paseo de la Florida se hace interminable y llegamos a la temida Casa de Campo. Noto algo en Pedro que me hace pensar que no va bien, le pregunto y me confirma que tiene molestias en la rodilla y que tampoco va a ser su mejor día. Señores toca sufrir y de lo lindo. En la Casa de Campo hacemos nuestras primeras paradas para estirar e intentar aliviar. En la subida de los restaurantes veo a Adolfo como nos adelanta y pienso: esto yo lo sabía.

Ahora, los dos con dolor y con pocas fuerzas no nos queda otra que tirar de sacrificio, pundonor y ánimos mutuos para alcanzar nuestro objetivo, en eso la bici nos lo ha enseñado casi todo... Salimos de la Casa de Campo dejando a heridos por el camino. Los chicos de Trimad nos animan con buena música y mejores palabras de aliento. Chino chano como tantas veces hemos dicho y entre correr y andar avanzamos cruzando el Manzanares y subiendo por Segovia. Que bien estaba Pedro el año pasado cuando nos encontramos allí mismo acompañándole hasta Alfonso XII, y que mal vamos los dos en esta ocasión. Los tiempos se derrumban pero no importa, nuestro objetivo es otro hoy. Da igual si se consigue en 4 o en 5 horas.

Llegamos a Embajadores y en Atocha nos encontramos con otro foco de gente importante, entre ellos mi amigo Dano que ha venido a ver la carrera. Estamos cerca, y aunque el sufrimiento es cada vez mayor, sabemos que poco a poco, llegaremos. El nuevo recorrido hace que nos vayamos alejando del Retiro, circunstancia que lejos de aliviar la carrera, la hace más dura sí cabe mentalmente.

Desde el 40 nos planteamos correr sin parar. Empezamos a ver el Retiro y la emoción me invade, las lágrimas quieren salir pero me digo que todavía queda algo importante por hacer. Ya en la recta final en el Retiro vemos a Mónica y Pedro recoge a Ali. Pocos metros después Marta, mis padres y Marisa me reciben con Asier en brazos para que cruce con él la meta final. La emoción torna en alegría cuando los cuatro atravesamos la meta.
Se acabaron meses de entrenamientos de noche por el PAU, series, cuestas, pruebas de diferentes distancias, etc. Hemos sufrido y nos hemos sacrificado mucho y seguro que esto nos hace más fuertes, para seguir con nuestros retos y para que nuestro comportamiento en el día a día se alimente de los valores que el deporte nos enseña.

Otro momento más para guardar en el recuerdo y del que algún día esperemos que nuestros hijos estén orgullosos. No sé ya quién embarcó a quien en esta batalla, pero gracias por todo Pedro, un verdadero placer!! No quiero olvidarme de toda la gente que estuvo con nosotros después de la carrera, Sergio, Silvia, Javi, Luisa, Marina y Miguel. Gracias también a toda la gente que me animó vía facebook cada vez que subía un nuevo entrenamiento.
Y agradecimiento especial a nuestras maravillosas mujeres, sin ellas, esto y muchas otras aventuras no hubieran sido posibles.






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jueves, 17 de abril de 2014

Senderos y Trialeras

Cercedilla es sin duda uno de los mejores sitios de Madrid para practicar Mountain Bike, bosques plagados de senderos y trialeras entre el pueblo y el puerto de Navacerrada. Hoy gracias un usuario de wikiloc (Iarcos), hemos hecho una nueva ruta por la zona, pasando en algún caso por zonas conocidas, pero en su mayor parte, nuevas.

La ruta, a la que nos lanzamos Luis y yo, nos ha sorprendido muy gratamente, ha sido muy divertida y apta para todo los niveles, no deja que nadie se aburra. La dificultad técnica no es excesiva y desde el punto de vista del perfil tampoco muy dura. Han sido treinta kilómetros con una sonrisa infantil en la cara gracias a continuo enlace de senderos y trialeras, con un día de escándalo y en un entorno increíble.

La ruta empieza con algún tramo de pista pero enseguida empiezan algunas subidas cortas y técnicas por sendas, un poco antes de la mitad de ruta bajamos por las zetas de la senda de las Berceas hasta el arroyo de la Fuenfría. En las Dehesas empezamos a subir por la carretera de la república hasta la Vereda Alta, que dejamos atrás para llegar al mirador de los poetas pero que luego volvemos a recuperar y nos lleva hasta Cercedilla, en una bajada muy equilibrada, sin grandes pendientes ni trialeras complicadas. 
Una vez en el Cercedilla, y para acabar con una mañana redonda, Luis había reservado en un restaurante donde recuperar fuerzas. Nos dejan una mesa en la terraza donde poder seguir disfrutando del buen día que ha hecho, con una buena conversación, buena comida... y como siempre que acaba una ruta, ya pensando en las siguientes.

La ruta de hoy es de las más equilibradas que he podido hacer por la Sierra de Madrid, y seguro que la repetiremos, tiene pinta de que se convertirá en una clásica: aquí teneís el track