El segundo día en Ainsa, elegimos Ruta Bajo Peñas, por su descripción parece divertida (a parte, algunos de los bicicleteros que nos encontramos el día anterior, nos la recomendaron) y no nos llevaremos sorpresas con su duración ya que la dificultad es más baja que País de Lobos.
Salimos de Ainsa por una pista de asfalto que avanza siguiendo un barranco y pasados unos kilómetros la abandonamos para meternos en el cauce de un río y empezar con la diversión. A partir de este momento son todo sendas de lo más variadas, tanto de subida como de bajada, sin una dificultad técnica excesiva, la suficiente para ir muy entretenido, aunque en alguna subida toca echar el pié al suelo, pero nada comparado con la caminata de la variante de País de Lobos. Incluso pasamos algún tramo, encajados en un pequeño cañón que baja serpenteando, y que no se parece a nada que hayamos hecho.
Para llegar a Oncins hay que hacerlo por carretera, no tiene tránsito pero es lo que menos nos gusta de la ruta, es el peaje que hay que pagar para poder enlazar unas sendas con otras. Sólo por eso, merece la pena y además, te sirve para poder llegar algo más fresco al punto más alto de la ruta. Oncins es un pequeño (mucho mucho) pueblo casi al pié de la Peña Montañesa, pero que como todo pueblo que se precie, tiene un bar en el que aprovechamos para descansar y tomar algo fresco ya que el calor aprieta. Justo al otro lado de la Peña, está el collado de Gullivert, uno de los puntos más bonitos que pasamos hace unos años haciendo la Epic Trail desde Pon de Suert. Una de las rutas diseñadas por Zona Zero, llega a pasar por él.
Tras el refrigerio y los kilómetros de asfalto, comienza de nuevo la diversión. Del pueblo sale un sendero con piedras y escalones por el que baja agua constantemente. Al poco tiempo de empezar a bajar, me doy cuenta de que se ha escapado el GPS por lo que hay que hacemos el camino hacia arriba buscándolo. En esta ocasión con cuesta más que en otras pero acaba apareciendo... y funcionado!
La ruta regresa hacia Ainsa por tramos que te permiten ir rápido, algunos tienen bastante piedra y escalones, con la dificultad justa para que te permitan seguir manteniendo una velocidad constante. Son tramos en los que disfrutamos como locos, incluso Pedro se pone al frente y empieza a soltar frenos más de lo que es habitual en él, zampando pedregales y pasos más técnicos sin bajar el ritmo. Bajo detrás de él sin dar crédito, es capaz de poner pié en tierra en zonas relativamente sencillas y hoy parece que le ha poseído Sam Hill, baja escupiendo piedras a su paso. Esta claro que la técnica es la base para desenvolverte con soltura encima de la bici, pero la actitud y la confianza, marcan la diferencia y te hacen disfrutar de verdad. Pedro hace toda la bajada perfecta, hasta treinta centímetros antes de llegar. El camino por el que bajamos acaba en una pista y a ambos lados de la senda, justo al unirse, hay un talud... al que Pedro se dirige de cabeza. En el último momento ha sido la bici la que ha decidido por dónde tirar y Pedro hace un pequeño vuelo sin motor. Se queda tirado boca arriba, y cuando me acerco a ver cómo está, le encuentro riendo en el suelo, pese al viaje que se ha dado, le dura el subidón y la felicidad que le ha dejado hacer el descenso del modo en que lo ha hecho. Otra muestra más de que la bici es dura, pero que te proporciona sensaciones únicas.
Parece que las consecuencias de la caída no han sido muchas: arañazo en la cara, rodillas, hombro y algo de dolor en un dedo. La bici tampoco tiene daños, por lo que puede seguir bajando. Ese si ya con más cuidado pues el dolor de la mano va en aumento y se va hinchando. En todo caso ya quedan a penas 5 km. Tras algún sube y baja llegamos de nuevo a la carretera que nos adentraba en el barranco y llegamos a Ainsa con tiempo para comer tranquilamente, recoger y salir hacia Madrid.
Nos ha encantado el viaje, nos deja tan buen sabor de boca y sabemos que nos queda tanto que conocer por la Zona que ya hablamos de hacernos un viaje para acá todos los años antes de verano... pero saliendo un jueves para hacer más rutas. El lunes Pedro sale del médico con la mano escayolada, el dolor de la mano era una rotura... y pese a ello, aún le dura el subidón. Cómo engancha esto.
Pese a este incidente, un fin de semana redondo: con amigos, disfrutando de caminos, paisajes, una naturaleza brutal y con todo el tiempo que queramos para montar en bici y perdernos sin prisas.