jueves, 19 de junio de 2014

Zona Zero 2014

Ya teníamos ganas de hacer una escapadita de fin de semana para montar, de esas en las que te puedes pasar todo el día montando, llegar a la hora que sea, salir de cena y al día siguiente volver a darle en algún sitio nuevo. Durante la última ruta del Ingeniero fuimos valorando posibles fechas y lugares, valoramos ir a algún centro de bit que no conociésmos pero finalmente fuimos a lo seguro: nos quedan muchas sendas en Aínsa por recorrer, así que volvemos a la Zona Zero, el mejor centro de enduro de España. En este viaje, falta Pedro, no está la cosa como para alejarse mucho... en breve debe llegar ya Pedro VI.

En esta ocasión salimos de viaje el viernes por la mañana para poder hacer una ruta más esa tarde. El viaje va bien hasta que decidimos entrar a comer en Barbastro, al no encontrar rápidamente ningún sitio en el que poder dejar en coche con las bicis a la vista, decidimos seguir adelante pero el gps nos juega una de las suyas... nos saca a una carretera de tercera para casi todo lo que nos queda de viaje, de las de ir a 40 o 50 como mucho (aunque para el gps está limitada a 90). Esto nos suma media hora más al viaje pero nos deja a cambio algunas vistas muy chulas del Sobrarbe.  Llegamos a Aínsa para comer, hacemos algún ajuste en mi bici en el taller del hotel (muy cómodo disponer de ello), picamos algo, cogemos habitación y a montar.

El viernes empezamos con la ruta que recorre la cresta del monte Pumariello. Es cortita, muy cómoda para una tarde y por lo que leemos, con trialeras divertidas. La empezamos por caminos que ya habíamos hecho en Bajo Peñas el año pasado pero enseguida se desvía. Todo es más o menos asequible hasta que llegamos a enganchar el cordal del monte. Da la sensación de que afrontamos la subida de la montaña de frente... nada de zetas, por lo que hay que echar el pié a tierra y hacer algo de empujabike en algunos tramos. Cuando llegamos arriba, tenemos 4 km por la cresta, entre árboles y co unas vistas increíbles. Sólo por este momento han merecido la pena las horas de coche. A partir de este punto casi todo son bajadas y algún repecho para volver a bajar después. Aquí es dónde empiezo a disfrutar de verdad las ventajas de la tija pija. Como es habitual, nos vamos parando a sacar alguna foto, a comentar la jugada o a esperarnos tras tramos largos. Las trialeras en esta zona no defraudan, son de todo tipo, pero siempre muy divertidas, la dificultad la pone por lo general la velocidad a la que quieras bajar, a penas a hay pasos en los que tengas que bajarte (por supuesto habrá quién los haga sin ningún problema). Llegamos al pueblo atardeciendo, ya hemos entrado en calor para la ruta de mañana.


Cena viendo el primer partido de España en el mundial, en el mismo hotel dónde nos alojamos. El primer paso del batacazo de la selección en Brasil. 

El sábado tocaba la ruta larga, Peña Cinglas y Coda Sartén, añadiendo una variante para hacer unos cuántos kilómetro más. También valorábamos hacer otra ruta de la zona fuera de Aínsa: el Ibón de la Basa de La Mora. De ésta última habíamos visto fotos espectaculares de los paisajes, es una ruta de alta montaña que se adentra más en Pirineos, pero finalmente nos quedamos con la primera ya que parecía más amena y variada, con senderos de todo tipo y un tramo por los conocidos badlands. 

La ruta empieza con unos ramponenes de los que te hacen que te suba el pulso al máximo, de hecho en 45 minutos llevamos menos de 4 kilómetros y necesitamos hacer una parada para coger aire. La subida sigue hacia Partara, es un tramo común con la ruta de los miradores, hay unas vistas increíbles de Aínsa y el río Ara. Desde los miradores bajamos por un sendero hasta llegar a un río que nos toca cruzar, no nos arriesgamos a hacerlo en bici ya que parece que en lugar de agua baja cemento, el suelo es muy blando y las posibilidades de un chapuzón, muy altas. Con este panorama, nos quitamos las zapatillas, las tiramos a la otra orilla y a cruzar bici en mano. Una vez al otro lado, toca volver a subir y alargar la ruta con una variante dura dura en dirección a la cruz del monte. Nos encontramos tramos en los que no queda mas remedio que bajar y empujar, senderos de medio metro recorriendo laderas y para acabar un sendero por bosque que enlaza curvas sin parar, una auténtica gozada. Un parque de atracciones del mountain bike. Desde aquí llegamos a Margudgued y después a Boltaña dónde hacemos una parada para tomar algo en un bar y refrescarnos, son casi las tres de la tarde, hemos salido a las 9 y llevamos menos de 30 kilometros.


A esta altura ya hemos salido de la variante y vuelto a la ruta original, ha merecido la pena, ahora nos queda una subida hasta Coda Sartén y bajar hasta Aínsa. La subida la afrontamos con tranquilidad, ya hace mucho calor, aunque personalmente, después de haber afrontado algunas de la variante, esta se me hace bastante llevadera. La bajada a Aínsa tiene algunos de los tramos más espectaculares que he visto, imponene bastante por lo expuestos que están, son senderos por las crestas de los badlands. Una vez acabado estos tramos, entre campos llegamos a una pista asfaltada que nos deja en la plaza del pueblo. Aunque son las cinco de la tarde, a nosotros nos queda la comida pendiente, así que arrasamos con una pizza en la misma plaza. Sabe a gloria después de un rutón como este. Por la noche nos damos un homenaje en un asador y cogemos fuerzas para la última ruta.

Para el domingo dejamos una ruta corta, a fin de poder acabar pronto y no llegar muy tarde a Madrid. Tal y como teníamos previsto hacemos la ruta de los miradores de Aínsa. Parte es común a la del día anterior, las primeras rampas pero cuando se separa empiezan las trialeras llenas de pedrolos y escalones hasta llegar a Morillo de Tou, en una tialera divertidísima, dónde atravesamos un camping. En el camino hemos dejado atrás las ruinas de lo que imagino sería una torre de vigía medieval: Torre de Cotón. Desde aquí vuelta a subir y afrontar la última bajada para acabar con buen sabor de boca. Llegamos al mirador de Partara en la senda que llega a él, al borde de la sierra, me llevo un pequeño susto que al momento se convierte en emoción: voy atento al suelo pues el sendero es técnico, cuándo  oigo delante de mi un ruido muy fuerte, instintivamente alzo la vista y delante de mis narices veo un buitre que batiendo las alas se eleva para luego lanzarse al vacío. Absolutamente espectacular. Hacemos el último descenso por Selba de Guaso, un divertido sendero que permite bajar rápido entre el bosque.


Ya nos quedan pocas rutas que salgan desde Aínsa, en la próxima visita nos tocará movernos por los alrededores, aunque no nos supondría ningún problema repetir algunas de las que en estos dos años hemos hecho.