lunes, 2 de diciembre de 2013

Una de Vídeos

Los cortos de Filme von Draussen siempre son un regalo. Un buen mensaje reforzado con grandes imágenes.




Trailer de Arrival





sábado, 30 de noviembre de 2013

Las bicis también son para el invierno.

Cuando te gusta de verdad el mountainbike, siempre encuentras los motivos para salir para montar, valoras las cosas buenas de cada época del año. En verano la posibilidad de aprovechar el día al máximo, montar atardeciendo, acabar la ruta on un chapuzón; el otoño con las primeras lluvias y el terreno perfecto, el los bosques y el campo llenos de colores y olores nuevos; la primavera, con los días que se alargan y rayos de sol que hacen de lo mas agradable la ruta, la montaña se empieza a abrir, incluso montar con lluvia... Y en invierno, no hay que dejar pasar la oportunidad de montar en nieve.

Con ese objetivo salimos Oscar y yo de Cercedilla en dirección a las Cabrillas y La tubería, subiendo por el Calvario hasta la estación de Navacerrada. Hacia mucho tiempo que teníamos ganas de hacer esa famosa bajada de la tubería y aunque sabíamos que habría nieve en el puerto y por tanto la parte más alta de la ruta estaría cubierta, nos apetecía probar.

Las primeras rampas saliendo de Cercedialla fueron cómodas. El día soleado, la temperatura buena aunque arriba se empezaban a ver nubarrones negros. La sensación era extraña, porque aunque había sol, a ratos llegaban copos de nieve que traía el aire. A mitad de la subida empezó a aparecer la nieve en el camino, no presentaba problema porque aun no cubría todo el camino, pero la mala noticia es que no era nieve recién caída, estaba helada, lo que iba a suponer un problema según fuésemos cogiendo altura. 

Cuando llegaron los tramos con más pendiente del camino y la cantidad de nieve aumentó, cada vez con más frecuencia había que echar pie a tierra, la rueda no enganchaba en el suelo... Con este panorama, el viento pegando con más fuerza cada vez, y aunque estábamos a muy poca distancia de la estación... decidimos darnos la vuelta y regresar al pueblo a tomar una cerveza. La dificultad no iba a estar en llegar a la estación (hubiese sido cuestión de tiempo y caminar), el riesgo -innecesario- iba a esta en bajar la tubería. Es una senda estrecha, que seguramente tendría hielo y a uno de los lados tiene una caída respetable. Con este percal, mejor volver en primavera, seguirá en el mismo sitio.

La bajada tanto en los tramos con nieve como más abajo, en trialeras como bambi, la disfrutamos... muy corto eso sí, no nos salieron más de 18 km. pero bueno, cuando hay nieve te arriesgas a esto, si está helada, es imposible avanzar.

Lo bueno de acortar la ruta: nos dio tiempo a un aperitivo con familia y amigos, que derivó en comida, sobremesa y demás... No hay mal que por bien no venga.


La siguiente ruta que hicimos, fuimos a asegurar. Nos quedamos por Arganda para rodar algo más. En esta zona, aunque pegue el frío, bien abrigado siempre se puede salir y combinar pistas, senderos, trialeras... nada muy largo si se trata de subir o bajar, pero muy entretenido y a mano.

Salimos por senderos desde Arganda, subimos por la pista del barranco del Ajero y recorrimos la Marañosa en dirección a San Martín de la Vega por senderos. Durante un tramo coincidimos con una quedada, nos planteamos cambiar de planes y seguir con ellos... pero, no, seguimos a lo nuestro, al final se hacen muchas paradas en este tipo de rutas para reagruparse y eso nos va a demorar mucho.

Antes de llegar al pueblo, giramos dirección a Morata alternando pistas y singletraks cortitos pero de lo más divertidos: rápidos y con algún tramo técnico pero sin dificultad, para darle gracia. Los últimos 15 km ya picaban, aunque eran los más sencillos nos entró viento de frente, y para que engañarnos, no estamos en una gran forma física, se nota la falta de kilómetros en las piernas.

Llegamos hasta casa bajando la trialera de la Senda Ecológica, la conocemos como el pasillo de nuestra casa, pero a pesar de eso, llegamos al final cascadetes... las piernas queman hasta para tragar piedrecillas y empujar la bici en las curvas. En este enlace está la ruta.

No está mal, con apretamos 47 km... total, se supone que el invierno también es para empezar a trabajar el fondo.


lunes, 7 de octubre de 2013

Clásicos

Con las películas y los libros, se dice que pese a que busques y esperes novedades, siempre hay que volver de vez en cuando a los clásicos. Son un referente y una buena manera de calibrar el resto de cosas que conozcas.

En cuanto al Mountain Bike se refiere, también hay sendas clásicas, conocidas o recorridas al menos una vez por los aficionados al pedal de montaña. Seguro que hay muchas y depende de gustos, pero no hay duda de que uno de los lugares de referencia del MTB en Madrid, con caminos de todo tipo y dificultad, en un entorno incomparable, son los valles entorno al puerto de Navacerrada. 

Tras una semana lloviendo, que dejaría el suelo perfecto tras el calor del verano, y un fin de semana con unas previsiones de tiempo buenísimas, no podíamos dejar pasar la oportunidad de ir a recorrer y disfrutar alguna de estas sendas. Nos organizamos una ruta no muy larga, de unos 30 km para hacerla en no más de 4 horas. En esta ocasión las agendas parecen no cuadrar y sólo coincidimos Oscar y yo.

Dejamos el coche en la subida a Navacerrada, en el Ventorrillo, y desde ahí nos dirigimos hacia La Barranca por sendas muy sencillas atravesando prados que tras los días de lluvia están increíbles. Sólo con estos primeros kilómetros la ruta promete. Cerca de Becerril y para pasar al mencionado valle tenemos que encarar una buena subida que pese a tener algún tramo de hormigón se hace complicada por la pendiente de las rampas. Después de esto, todo bajada hasta el valle y subida por la Barranca buscando el Camino Ortiz. 

Ortiz pica hacia arriba por lo general sin grandes pendientes pero muy técnico y divertido. Hay que llegar a él sin ir muy justo para poder disfrutar de los escalones y raices en las subidas... además con el suelo húmedo, no hay problemas de tracción. Después desde el mirador del antiguo sanatorio, dónode acaba el Camino Ortiz, encaramos una trialera, muy rota y con bastante pendiente que nos lleva hasta la carretera que sube al puerto, la cruzamos y por fin llegamos al conocido Wistler.

Whister el una senda muy frecuentada sobre todo por los que le dan al DH, es un pedregal con escalones y raíces, pero nada que no se puedan zampar nuestras ruedas de 29", cada vez estoy más convencido de lo versátile s que son. Seguramente una 26 con mas recorrido pueda bajar más rápido y moverse mejor, pero con nuestras flamantes monturas, disfrutamos de lo lindo. Acabamos la bajado con un reventón de la rueda trasera de Oscar... no es raro viendo el camino.




Una vez en el valle seguimos bajando hacia Cercedilla por sendas y salimos dirección a el Calvario para cerrar la ruta en el Ventorrillo.

Sin duda, la de hoy, es una de esas rutas que hacen afición y te dejan con ganas de más. De ahí corriendo a Madrid para disfrutar de una buena paellita en casa de Oscar en compañía de amigos y larga sobremesa: un domingo perfecto en un domingo cualquiera.

sábado, 10 de agosto de 2013

Molinos, peregrinos y salmones.

Para despedir la semana en Asturias, nos hemos planteado la etapa Reina, depende de cómo la dibujemos (algo que haremos sobre la marcha en función de cómo vayan nuestras piernas) pueden salirnos entre 80 y 110 km, ahí es nada, sobre todo teniendo en cuenta el tipo de terreno por el que nos movemos. 

Salimos de Loro de Pravia para dirigirnos hacia Lin de Cubel de nuevo, el principio de esta ruta coincide con parte del tramo de subida a que hicimos hace unos días. Eso si, las sensaciones nada que ver, como se nota ir fresco y estar haciendo frente a los primeros kilómetros. Llegamos a Lin de Cubel sin ninguna dificultad, con mucha calma y sólo con la molestia de un chirrido constante en el disco delantero de mi bici, algo que arreglamos en cuanto hacemos cima poniendo los pistones de nuevo en su sitio. Desde ahí unos kilómetros más en la misma dirección que el día anterior pero sin llegar a bajar tanto, llegamos hasta un paso canadiense donde se ya si que se separa nuestra ruta de la que conocíamos.


Seguimos cogiendo altura poco a poco hasta llegar a la cresta de la sierra, la cuál no abandonaremos en los próximos 15 o 20 km. Avanzamos por las pistas que van uniendo todos los aerogeneradores que plagan la sierra. Los primeros de ellos los pasamos entre la niebla, y el zumbido que hacen sobre nosotros sin poder llegar a verlos, desde luego impone. Avanzamos unos kilómetros y salimos de las nubes, no afrontamos grandes desniveles pero el camino con el ruidito de los molinos se hace algo pesado. Llegamos hasta el punto más alto de la ruta, casi a 900 m. y desde ahí ya bajamos y llaneamos hacia La Espina. 

Éste es el punto dónde debemos decidir que hacer, son como las 12 de la mañana. Podemos seguir adentrándonos hasta Tineo y añadir 20 km a la ruta o empezar el retorno. De hecho se nos ocurre que en lugar de cerrar la ruta desde Pravia subiendo a Loro, podemos seguir hasta Soto del Barco y llegar hasta la playa de San Juan de la Arena, dónde tenemos a la familia intentando pasar un día de playa, afortunadamente el coche que llevan es de 7 plazas y dos bacas en el techo: perfecto plan. Nos decantamos por esta segunda opción, ya conoceremos Tineo en otra ocasión.

En La Espina, hacemos la parada larga del día. Compramos agua y chocolate en un supermercado y nos sentamos en la terraza de un bar a tomar algo y comer mientras descansamos. Ahí, vemos al primer peregrino de los que nos encontraremos en los próximos tramos, y es que ya nos encontramos en el Camino Primitivo, que une Oviedo con Palas de Rei, punto en el que se une con el Camino Francés.

A partir de aquí aunque los kilómetros pesan en las piernas la ruta es una gozada, pica hacía abajo en sentido contrario al itinerario del Camino, por sendas que discurren junto al Narcea cubiertas por árboles y en las que encontramos los más parecido a una trialera que hemos visto en todos estos días. Atravesamos la localidad de Salas y seguimos bajando, en este punto ya no nos podemos separar demasiado ya que solo funciona el GPS de Pedro, el mío decide apagarse en cuanto nota un bache. Hasta Pravia llegamos por senderos que salvo excepciones, son de llaneo o bajada (aunque siempre hay algunos metros de reventón con el molinillo engranado). 

Tras algún tramo en el que dudamos por dónde seguir, continuamos sendeando y llegamos a Pravia. Son casi las 16 h, y paramos para comernos unos sandwiches de jamoncito que nos ayudarán con los últimos kilómetros. A partir de aquí, se acabo lo bueno, sólo quedan unos 12 km por carretera para llegar a Soto del Barco y luego a la Playa de los Quebrantos, junto a la desembocadura de Nalón. El último par de kilómetros se hace pesado por el viento de frente que entra, cuanto más nos acercamos a la playa. Nos la encontramos con bandera roja así que ni llegamos a pisar la arena, nos quedamos en el chiringuito dónde están acabando de comer. Ya solo queda bajarse de la bici, y pedir unas buenas cervezas heladas para aplacar el calor y seguir disfrutando de las vacaciones en familia, hoy tras más de 80 km, si que nos las hemos ganado. La ruta no ha sido difícil, no ha sido tan dura como la anterior, pero ha sido de esas en las que es importante ir cuidándose y dosificando bien para poder acabar sin que venga el tío del mazo.

Con esta ruta ponemos fin a las vacaciones bicicleteras de este año, cuanto tarda en llegar lo bueno y qué rápido pasa... y cómo es habitual, habrá se ir pensando en la siguiente.



jueves, 8 de agosto de 2013

Lin de Cubel, el techo de Pravia.

Tras un primer intento de hacer esta ruta, el cuál tuvimos que abandonar incluso antes de salir de casa por la fuerte lluvia, nos disponemos a volver a probar suerte, aunque el tiempo no pinta mucho mejor. Cuando nos levantamos no llueve... salimos de casa con el típico orballo y cuando llevamos pedalenado dos kilómetros empieza a llover con fuerza. Nos refugiamos bajo unos árboles, para dar un poco de tiempo y ver cómo evoluciona. Tenemos por delante una ruta dura y hacerla con esa lluvia desde el principio puede hacerla insoportable. La verdad es que nos surgen dudas sobre qué hacer, sobre las montañas a las que nos dirigimos se ven unos nubarrones con mala pinta, pero decidimos dar algo más de tiempo esperando bajo otros árboles mas frondosos que están a unos 100 m. ... y qué casualidad, justo cuando salimos hacia ellos: para la lluvia, así que hay que aprovechar y avanzar.

La ruta comienza bajando por senderos entre bosques de eucaliptos, con el suelo de lo más escurridizo por las hojas mojadas, no se hace complicado porque aunque haya pendiente, por lo general los senderos son muy llanos y sin sorpresas. Encaramos las primeras rampas de la ruta hacia Perzanas. empezamos por sendas en el bosque para según vamos cogiendo altura pasar a pistas peladas y bien llenitas de pedrolos, con rampas duras, que nos llevan hasta altos de la Sierra del Llano. Esta primera subida se ha hecho más dura de lo que pensábamos, el terreno no llega a estar embarrado pero si empapado y se hace duro pedalear. 

A partir de este punto bajada hasta Pravia por caminos en los que se puede bajar muy relajadamente, disfrutando, pues a penas encontramos dificultades técnicas. Bueno, realmente si que hubo una dificultad técnica en forma de Pit Bull. A entrar en una pequeña aldea, en una de las casas más metidas en el bosque, nos encontramos con este amigo de amplia y dentuda sonrisa, pero que a diferencia de lo que es habitual, estaba suelto. Yo bajo delante y cuando me doy cuenta de que el bicho viene hacia nosotros y esta suelto solo me da tiempo a gritar: Pedro correeeee!!!! ... y vaya si corrió, en un segundo cubrió la distancia que nos separaba, detrás de mi solo oía las ruedas de Pedro derrapando en las curvas y al bicho ladrar como un loco. No llegué a verlo pero creo que alguna de las curvas se la hizo de wallride aprovechando los muretes del caminos.

Acabada esta bajada, nos dirigimos llaneando hacia Pravia, primero entre huertos y luego por una senda paralela al Nalón. Una vez pasamos Pravia, comienza la diversión de nuevo, empieza la subida que nos llevara hasta Lin de Cubel. Empezamos a subir por la senda de los Marineros, poco a poco y sin excesivas pendientes vamos cogiendo altura. Hacemos la primera parada para comer algo, nos queda por delante lo más fuerte, estamos a unos 150 m. y tenemos que llegar hasta más de 600 m.

Pasamos Villarigan y seguimos subiendo hacia Villameján, dónde un camino se separa a la derecha para dirigirse hacia nuestro objetivo: Lin de Cubel. A estas alturas ya llevamos unos cuantos km y sobre todo rampas duras y poca energía en el cuerpo, rampas que al principio si hubiera hecho más llevaderas, nos obligan en algún caso a echar el pié a tierra. Volvemos a bajar un poco, pasamos por el pueblo de la Venta y encaramos las ultimas pistas hasta llegar a Lin de Cubel: una especie de cerro en la en lo alto de la montaña. Se puede subir hasta su cima, pero dado que vamos justos y que nos queda regresar, decidimos que nos vale con las vistas que se aprecia desde su base.

Nos vamos con la idea de que sólo nos queda dejarnos caer hasta Loro... error y expectativa habitual cuando no se conoce una ruta, y aunque en general la ruta pierde altura, aún nos encontramos algún repecho y sobre todo tramos muy incómodos de rodar, cubiertos absolutamente de ramas de podas recientes.

Llegamos a Loro muertos de hambre, con 50 km y más de 5 horas de pedal en las piernas... pero satisfechos de la ruta. Menos mal que no nos dimos la vuelta cuando llovía por la mañana, no volvió a caer una gota. Esto es Asturias.

Por cierto, gracias ADN Astur por compartir esta track en wikiloc.


lunes, 5 de agosto de 2013

Asturias: BTT Forcinas de Pravia

Un año más, llegan las ansiadas vacaciones y con ellas la oportunidad de marcarnos algunas rutas fuera de nuestra zona habitual. Este año hemos elegido, una vez más, Asturias, montando la base en el concejo de Pravia. En esta ocasión seremos un dúo, ya que Óscar ha cambiado el MTB en el norte por la calma y la tranquilidad de las islas afortunadas, donde además de descansar tendrá que cuidar y mimar a la futura mamá.Para el primer día hemos elegido una ruta aparentemente sencilla: la ruta que diseñaron con motivo de las fiestas de Forcinas de Pravia del 2012 y que transcurre por todo el concejo. Son 45km que deben servir para ir entrando en calor de cara a las otras dos rutas que tenemos previstas y para comprobar el estado de mi mano tras la rotura de Ainsa y sus correspondientes seis semanas de inactividad. Nos levantamos temprano, haciendo gala de que nuestra afición está por encima de todo, incluido el atracón de sidrina que nos dimos anoche. El día amanece fresco, pero parece que nos acompañará un tiempo estupendo para montar. 

Dos kilómetros por carretera para llegar desde nuestro alojamiento hasta enganchar con el track de la ruta que no nos ayudan ni siquiera a calentar, pues son hacia abajo y sólo nos hacen renegar de lo que nos tocará hacer a la vuelta. Una vez enganchamos con el track nos enfrentamos al primer incidente perruno de la jornada, sólo un aperitivo de lo que nos pasará con dos mastines y un perro patada 30km después. A partir de ahí, 6km de asfalto aburrido y sin sentido que se ven recompensados al llegar al mirador de Monte Llorueiro y Penona. 

Las vistas, como siempre en Asturias, merecen cualquier esfuerzo. Al llegar arriba nos encontramos con que los discos de freno de Sergio están a punto de salir rodando por sí solos y, lo peor, sin la llave adecuada para apretarlos; o eso pensábamos, porque por suerte resulta que sin saberlo llevo en mi multiherramienta la llave adecuada (torx). Tras unas fotillos, emprendemos el descenso, rápido y sin demasiadas complicaciones, pero disfrutón, sobre todo porque por fin parece que hemos dejado atrás el asfalto. Llegamos en seguida a un sendero que transcurre paralelo al Narcea y que os hace pasar un rato bastante divertido.Rodeamos Pravia sin llegar a entrar, y nos acercamos a la segunda subida del día. Esta, por pistas, se hace bastante más dura que la primera. Sergio se escapa de mi vista a cada pedalada, algo habitual cuando el terreno se vuelve ascendente, pero hoy en mayor medida mientras empiezo a notar el mes y medio sin hacer nada de deporte. En el kilómetro 30 paramos a tomar la perceptiva barrita mientras comentamos el día cuando de repente aparecen a 20 metros dos mastines con cara de pocos amigos a los que se une un perro patada de raza indeterminada y con muy malas pulgas. Decidimos subir rápido en nuestras bicis e intentar escapar rápido de este embrollo, en un sprint brutal a pesar de la pendiente (porque será que de repente me han vuelto las fuerzas y no me duele nada) y con la enorme suerte de que los mastines no nos han considerado apetecibles y es únicamente el pequeño el que se lanza a por nosotros como si no hubiera un mañana. Tras deshacernos de el, una mala noticia: con el sprint nos hemos equivocado con el track y hemos girado a la derecha unos metros antes del camino por el que debíamos de seguir, así que nos toca volver y enfrentarnos de nuevo a la pequeña bestia. Tras el correspondiente "Sergio no me jodas!!!" volvemos sobre nuestros pasos en una arrancada que hubiera firmado el mismo Pedro Delgado en el Tour del 88. 

Una vez superada la situación, seguimos por un camino que durante un par de kilómetros nos somete a un constante sufrir pinchazos y arañazos con tanta zarza como lo invade. Tras un rato de charla con un amable lugareño, nos lanzamos al segundo descenso del día, algo más técnico que el primero pero también sin excesiva dificultad. Disfrutamos mucho de este tramo con zonas realmente divertidas. Para rematar el día, 30 minutos perdidos en mitad del Bosque de Fangorn por culpa de un error al leer el track, que termina de machacar nuestras maltrechas piernas y brazos (por momentos parecemos el príncipe de la Bella Durmiente cubierto de zarzas mientras se enfrenta al dragón).Tras unos últimos kilómetros, siempre ascendiendo, que a Sergio se le hacen eternos esperándome en cada esquina (mis piernas a estas alturas han dicho basta), llegamos a Loro con la satisfacción de haber pasado un gran día de MTB.




lunes, 24 de junio de 2013

Bajo Peñas

El segundo día en Ainsa, elegimos Ruta Bajo Peñas, por su descripción parece divertida (a parte, algunos de los bicicleteros que nos encontramos el día anterior, nos la recomendaron) y no nos llevaremos sorpresas con su duración ya que la dificultad es más baja que País de Lobos.

Salimos de Ainsa por una pista de asfalto que avanza siguiendo un barranco y pasados unos kilómetros la abandonamos para meternos en el cauce de un río y empezar con la diversión. A partir de este momento son todo sendas de lo más variadas, tanto de subida como de bajada, sin una dificultad técnica excesiva, la suficiente para ir muy entretenido, aunque en alguna subida toca echar el pié al suelo, pero nada comparado con la caminata de la variante de País de Lobos. Incluso pasamos algún tramo, encajados en un pequeño cañón que baja serpenteando, y que no se parece a nada que hayamos hecho.

Para llegar a Oncins hay que hacerlo por carretera, no tiene tránsito pero es lo que menos nos gusta de la ruta, es el peaje que hay que pagar para poder enlazar unas sendas con otras. Sólo por eso, merece la pena y además, te sirve para poder llegar algo más fresco al punto más alto de la ruta. Oncins es un pequeño (mucho mucho) pueblo casi al pié de la Peña Montañesa, pero que como todo pueblo que se precie, tiene un bar en el que aprovechamos para descansar y tomar algo fresco ya que el calor aprieta. Justo al otro lado de la Peña, está el collado de Gullivert, uno de los puntos más bonitos que pasamos hace unos años haciendo la Epic Trail desde Pon de Suert. Una de las rutas diseñadas por Zona Zero, llega a pasar por él.

Tras el refrigerio y los kilómetros de asfalto, comienza de nuevo la diversión. Del pueblo sale un sendero con piedras y escalones por el que baja agua constantemente. Al poco tiempo de empezar a bajar, me doy cuenta de que se ha escapado el GPS por lo que hay que hacemos el camino hacia arriba buscándolo. En esta ocasión con cuesta más que en otras pero acaba apareciendo... y funcionado!


La ruta regresa hacia Ainsa por tramos que te permiten ir rápido, algunos tienen bastante piedra y escalones, con la dificultad justa para que te permitan seguir manteniendo una velocidad constante. Son tramos en los que disfrutamos como locos, incluso Pedro se pone al frente y empieza a soltar frenos más de lo que es habitual en él, zampando pedregales y pasos más técnicos sin bajar el ritmo. Bajo detrás de él sin dar crédito, es capaz de poner pié en tierra en zonas relativamente sencillas y hoy parece que le ha poseído Sam Hill, baja escupiendo piedras a su paso. Esta claro que la técnica es la base para desenvolverte con soltura encima de la bici, pero la actitud y la confianza, marcan la diferencia y te hacen disfrutar de verdad. Pedro hace toda la bajada perfecta, hasta treinta centímetros antes de llegar. El camino por el que bajamos acaba en una pista y a ambos lados de la senda, justo al  unirse, hay un talud... al que Pedro se dirige de cabeza. En el último momento ha sido la bici la que ha decidido por dónde tirar y Pedro hace un pequeño vuelo sin motor. Se queda tirado boca arriba, y cuando me acerco a ver cómo está, le encuentro riendo en el suelo, pese al viaje que se ha dado, le dura el subidón y la felicidad que le ha dejado hacer el descenso del modo en que lo ha hecho. Otra muestra más de que la bici es dura, pero que te proporciona sensaciones únicas. 


Parece que las consecuencias de la caída no han sido muchas: arañazo en la cara, rodillas, hombro y algo de dolor en un dedo. La bici tampoco tiene daños, por lo que puede seguir bajando. Ese si ya con más cuidado pues el dolor de la mano va en aumento y se va hinchando. En todo caso ya quedan a penas 5 km. Tras algún sube y baja llegamos de nuevo a la carretera que nos adentraba en el barranco y llegamos a Ainsa con tiempo para comer tranquilamente, recoger y salir hacia Madrid.

Nos ha encantado el viaje, nos deja tan buen sabor de boca y sabemos que nos queda tanto que conocer por la Zona que ya hablamos de hacernos un viaje para acá todos los años antes de verano... pero saliendo un jueves para hacer más rutas. El lunes Pedro sale del médico con la mano escayolada, el dolor de la mano era una rotura... y pese a ello, aún le dura el subidón. Cómo engancha esto.

Pese a este incidente, un fin de semana redondo: con amigos, disfrutando de caminos, paisajes, una naturaleza brutal y con todo el tiempo que queramos para montar en bici y perdernos sin prisas.

domingo, 23 de junio de 2013

Por fin Ainsa. Día 1: País de Lobos

Tras mucho tiempo esperándolo, al fin llega el viernes en el que cargamos las bicis al coche y salimos del tirón para Ainsa, con ganas de descubrir los senderos y paisajes de los que tanto hemos oído hablar, pero sobre todo, con ganas de un fin de semana enterito para la bici, con la única preocupación de disfrutar con amigos. 

Justo cuando estamos dejamos atrás Huesca y salimos de la autopista comienza una tormenta importante, vemos a ambos lados de la carretera los caminos encharcados y tememos por lo que nos podemos encontrar al día siguiente. Tenemos muy claro que muy mal tiene que estar el tema para que no salgamos. Llegamos a Ainsa, a la Zona Zero, nos registramos el el hotel y con la que está callendo decidimos quedarnos a zampar unas hamburguesas con carnes y quesos de la zona para empezar a coger fuerzas. El plan al día siguiente es hacer un par de rutas: País de Lobos con la variante y por la tarde Pueyo Soto y Badlands. Para e domingo dejamos Bajo Peñas. Cuando le comentamos el plan al recepcionista del hotel, un biker de la zona, nos mira con cara de escepticismo, lo que nos hace pensar que igual nos hemos pasado.

Amanece un día estupendo, nada que ver con la noche anterior... desayuno fuerte y deseando empezar a montar, nos tiramos al monte, a por País de Lobos. El centro de BTT valora la ruta como roja + y la variante como negra... no son muchos kilómetros así que podemos probar, nos vamos a ir a algo menos de 40 km. En un principio pensamos en hacer Viaje al Inframundo, pero era más prudente esperar a ver a qué llaman estos señores rojo y negro.

La ruta comienza por una pista paralela al río que sirve para calentar, y empezar a disfrutar del paisaje. Ninguna dificultad, lo que nos hace temer que cada kilómetro que avancemos tan fácilmente lo vamos a pagar luego... se va a concentrar toda la mala leche de la ruta. Tras unos kilómetros nos metemos en un barranco y avanzamos vadeando y cruzando el río por un lecho de roca, muy divertido. Ahí coincidimos con unos locales, mas fuertes que el vinagre por cierto, que "tiran el cuerpo" para el inframundo, nos advierten que si es el primer viaje a la zona, es un poco bestia hacer El Viaje. Mientras seguimos pedaleando por el río nos comentan que compratiremos ruta unos kilómetros, pero un minuto después, cuando nos damos de frente con la primera rampa o rampón, los perdemos, vaya ritmo llevan y van de charleta.

Ya si que nos hemos metido en harina, se suceden las rampas por senderos entre sabinas, una gozada. Tras las primeras rampas, hay algún regalito en forma de toboganes y bajadas, pero tenemos claro que hasta el km 14 o más todo será ganar altura hasta Morcat. Ya vamos teniendo más clara la dureza la ruta, pero pese a ello, disfrutamos como niños y nos animamos con la variante. Ésta merece la pena por las Pozas de San Martín, dónde nos refrescamos un poco. Por lo demás es meterle más kilómetros, sobre todo en muchos tramos de "empuja-bike, aunque siempre hay algún sendero que merece la pena. En todo caso, otra vez, nos la ahorraríamos. La idea era poder enganchar y ver el Coño del Mundo, pero es un tramo sin balizar y en el GPS se nos pasa. Cuando nos damos cuenta, decidimos que volver a cogerlo, es añadir dos horas mas a la ruta: otra vez será. Llegamos a Morcat por una pista rota que hay que tomar con calma y donde avanzar 100 m. se hace duro, sobre todo con lo que llevamos en el cuerpo. El lugar es curioso, un pequeño pueblo en ruinas en el que básicamente queda la torre de la iglesia, lejos de todo, aislado... Paramos un rato allí para descansar y charlamos con un par de chavales navarros y a la bajada con otro grupo de endureros de media España. Como siempre en el mundo de la bici, y más la de montaña, se percibe el buen rollo. 

Bajamos de Morcat y cogemos agua en la única fuente que hay. A partir de ese momento: senderos que pican para abajo y en los que empezamos a pasarlo en grande pese al cansancio, un terreno de lo más variado: bosque, rocas, monte bajo, trialeras, tramos limpios... pero siempre sendas. De vez en cuando, vamos haciendo paradas para comentar la jugada. Llegamos al fondo de un barranco y ahí nos toca portear la bici hasta que pillamos otra senda ciclable que llega a cruzarse con unos de los primeros caminos que pasamos. Ya vamos pillados de hora, son las tres de la tarde. Esto de hacer dos rutas hoy parece complicado. Aún nos quedan 10 km, y por estos parajes, eso es más de una hora. Hacemos una subida por una zona muy técnica y húmeda y a partir de ahí enganchamos con unas bajadas por losas y terreno de arenisca, muy rápidas que son una maravilla. 


Llegamos a Ainsa bastante pasadas las 4 de la tarde. Manguerazo a las bicis y a comer....¡Ja! después del palizón, a estas horas no hacen comida, así que pedimos en el bar que nos calienten lo que tengan en la barra para tapas. Nos comemos las peores alitas de pollo y croquetas que seguramente hayamos probado, pero después de casi 8 horas de pedal, se dejan comer. Lógicamente, de la ruta de la tarde ni hablamos. Si no hubiésemos hecho la variante, igual hubiera sido posible. Ahora entendemos la cara del recepcionista del hotel cuando conoció nuestros planes.

Por la tarde, paseo por el pueblo, cañitas, copa y cena copiosa con buena carne de la zona. No nos quedamos a comer en la parte turística del pueblo y optamos por una terraza con parrilla dónde damos buena cuenta de la carne de la zona y pacharanes de rigor. Todo lo necesario para acompañar una buena convesación y compañía comentando cómo ha ido el día, pensando en el de mañana e incluso en cuándo volvamos el año que viene.

Mañana Bajo Peñas.
Ah! y más imágenes en el fotolog Ainsa.



domingo, 26 de mayo de 2013

Por Guadarrama

Tras bastante tiempo sin salir a rodar por la sierra y haciendo kilómetros por el sureste de Madrid, por fin, con el buen tiempo nos tiramos al monte. A la ruta de hoy finalmente solo podemos ir Pedro y yo, tenemos que empezar a acostumbrar las patas si queremos ir decentemente a Ainsa en Junio. 

Salimos de Guadarrama por la carretera que va hacia Los Molinos y enseguida nos desviamos a la izquierda para empezar a coger caminos que poco a poco nos van haciendo coger altura hasta llegar cerca de Cercedilla, dónde cruzamos las vías del tren por un subterráneo para coger el camino de la Solana. En esas primeras rampas fuertes ya se nos pone el corazón a tope... y es que se nota la falta de costumbre, no es lo mismo andar por pistas o senderos de Arganda y Móstoles, por muchos kilómetros que hagas. Afortunadamente, parece que el cuerpo se acostumbra rápido, y después de ese momento en el que nos faltaban el aire y pulsaciones, aunque nos encontraremos rampas duras, el cuerpo va respondiendo mejor.

El camino de la Solana hace honor a su nombre, no hay una sombra pero a cambio hay unas vistas panorámicas increíbles que puedes disfrutar en los tramos en los que no pica mucho hacia arriba. Llegando a las laderas del Puerto de los Leones, nos adentramos en el bosque, subiendo de manera muy tendida, pasamos por la senda del Arcipreste y llegamos a la N-VI que nos llevará a la cima del puerto. A penas sin parar en el puerto cogemos el camino que nos lleva en dirección a Cuelgamuros, que de un modo suave, va subiendo hasta llegar al refugio Salamanca. 

Hasta aquí la ruta no tiene ninguna dificultad técnica, algún sendero y casi todo pistas... pero antes de acabar la subida al refugio, tras cruzar un paso canadiense y ya con vistas a La Jarosa, empieza una subida no muy fuerte pero muy técnica, con muchísima piedra. En este tipo de tramos se nota una barbaridad llevar una mountain bike de 29 pulgadas, no hay comparación con cómo pasa por encima de las piedras. Indudablemente hay que procurar ir por la trazada buena, pero si cometes errores y te quedan fuerzas, la bici pasa por encima de todo con mucha tracción y sin brusquedad: una gozada, aunque al igual que cuando empezamos a meter a las bicis suspensiones de más de 120 mm. me hace preguntarme si en el fondo todos estos progresos técnicos, no nos hacen ser peores bikers, puedes tener mas errores y exigen menos técnicamente al ciclista medio. Esta claro que el que va fino, con todo esto,  incrementa su rendimiento.

Una vez que llegamos al refugio, empieza la bajada hacia el embalse de La Jarosa por el DH 2000. Los primeros tramos son casi una cantera de piedra suelta pero tras los primeros metros aunque el camino sigue cargadito de piedras y raíces, se puede bajar mejor... al menos, están sujetas al suelo. No es mi tipo preferido de descenso, pero me divierto porque hace mucho que no hacía pasos así. Bajamos por esta senda que a tramos es justo la linde entre Madrid y Castilla hasta llega a una pista de asfalto que nos deja en el embalse. Éste es el trozo de la ruta que nos decepciona porque se podía haber seguido bajando por sendas hasta el mismo sitio (las hicimos en otra ocasión) y no por una aburrida pista. No sabíamos que la ruta iba por aquí y hasta el último momento estuvimos esperando que se desviara por algún camino... pero no es así. 











Ya todo es dejarse caer hasta Guadarrama. Salvo por el último tramo, la ruta nos ha gustado, la hemos disfrutado... y bueno, tampoco ha venido mal del todo: llegamos antes a casa. Os dejamos aquí el track de la ruta.



A ver si con el buen tiempo pasaramos con más frecuencia por el blog.

domingo, 27 de enero de 2013

Nuevos caminos

Este fin de semana, tras el parón casi obligado debido a las Navidades y a algún fin de semana de lluvias, nos liamos la manta a la cabeza y nos planteamos una ruta larga, para empezar a rodar y coger fondo durante el invierno, pero que fuera pistera, facilita y a poder ser que no la hubiésemos hecho antes. En definitiva, una ruta cómoda para ir de charleta en plan globero y empezar a tomar contacto. Tiro de wikiloc: rutas circulares en la zona de Arganda con más de 60 km y elijo una que viendo la zona por la que va, pienso que se ajustará a lo que buscamos... 

Salimos de Arganda dirección Loeches, a partir de allí el terreno empieza a picar para arriba en dirección a Torres de la Alameda. Hasta el momento todo perfecto y según lo previsto: fácil y cómodo, solo hacer kilómetros, pero saliendo de Torres empieza a entrar algo de viento, lo que ya con casi 30 km se hace duro, y un poco más adelante dejamos las pistas para entrar en senderos que primero empiezan con algo de barro (no se pega demasiado pero patina que da gusto), después algún charco "evitable" para al final dar paso a zonas más frondosas  cubiertas por los árboles y literalmente con piscinas que bloquean todo el camino y que no hay más remedio que cruzar metiendo la bici hasta los ejes.

Lógicamente con este panorama dejamos de rodar a buen ritmo para hacerlo a veces a 8 km/h, en consecuencia, es casi la hora de estar llegando a casa para el aperitivo y aún no hemos llegado al punto medio de la ruta... y lo más divertido es que no sabemos como serán los 30 km que nos quedan por delante, como siga así, igual llegamos arrastras y por la tarde. Es el momento de tirar de whatsapp y avisar a las respectivas partes contratantes: esto será una buena muesca en el bonobici.

Pasamos cerca de Torres de la Alameda, con un par de km. de subida dura dura para llegar hasta Nuevo Baztán, a partir de ahí el camino empieza a mejorar, se va ensanchando, secando y casi llegando a Pozuelo del Rey volvemos pisar pistas de nuevo. En Pozuelo hacemos una necesaria parada para atracar un supermercado y ponernos finos de bollos, algo de fruta y bebidas isotónicas sentados en una parada de autobús al solete, "más agusto que en brazos"... y es que muy profesionales nosotros, nos vamos a una ruta de 70 km que no conocemos con dos barritas para tres...


A partir de ahí el camino más o menos lo conocemos. Ya es pisteo hasta Campo Real y luego bajar por Arroyo Seco hasta Arganda. Una vez allí, manguerazo a las bicis y para casa con fuerte subida para rematar los 70 km en algo más de 5 h. que nos hemos metido entre pecho y espalda.

Sin duda ha sido un día en el que hemos cometido errores de principiante: estando justos de tiempo, de fuerzas y después de dos semanas lloviendo nos planteamos una ruta que no conocemos y sin llevar suficiente comida... Vamos que si lo pensamos dos veces no lo hacemos así, y no es la primera vez que nos ocurre algo parecido (recuerdo un miércoles de hace un par de veranos en le que nos tuvieron que venir a buscar en coche porque se nos hizo de noche bastante lejos de casa): ¿Será que no sabemos preparar una ruta?... o que en realidad, casi sin saberlo, no queremos hacerlo para ver con qué nos sorprende el camino... Sólo se que pese a los imprevistos y la paliza, llegamos más contentos y satisfechos que si todo hubiera salido como su habíamos pensado.