domingo, 30 de marzo de 2014

Suicide Hill

Resulta curioso y por qué no, algo lamentable, lo poco que sabemos (al menos yo) del lugar en el que vivimos, de su historia. En la ruta de esta tarde me he dado de bruces con este hecho y me parece que este post se va a dejar mi ignorancia al descubierto.

Hace ya casi 9 años que monto por Arganda y su alrededores: cuenca del Jarama, el Tajuña, Marañosa, Loeches, Alcalá... sabía que en esta zona durante en la Guerra Civil se libró una de las batallas más conocidas: la del Jarama, con uno de los frentes más cruentos. Pero más allá de eso, nada hasta hoy, que me he topado con un par de lugares por los que había pasado en otras ocasiones y que me habían pasado desapercibidos.

Con el primero he dado por esa sana costumbre de buscar nuevos caminos. En este caso era un descenso cerca de Morata que, mala suerte, terminaba en un pequeño barranco de 4 o 5 metros de alto que daba a la carretera que une Morata con Arganda. La opción era dar la vuelta y subir de nuevo o buscar alguna zona por la que bajar el barranco para llegar a la carretera. Tras buscar un rato, y sin ganas de pedalear para arriba, encuentro una zona menos vertical por la que puedo dejar caer la bic y después y bajar yo aprovechando los salientes. Tomo la carretera hacia arriba para enganchar con otro camino y a los pocos metros de subida, veo un monumento de hierro (una esculura) en el campo, en un cerro y decido desviarme para ver de qué se trata. Esta carretera la he recorrido muchas veces en moto, pero nunca en bici, e ir más tranquilo hace que puedas observar más detalles que cuando vas pendiente de las curvas. Me encuentro que se trata de un homenaje del pueblo de Morata a los birgadistas internacionales Uruguayos que lucraron en ese frente. Ni idea tenía de que hubiese habido Uruguayos en la Guerra Civil.

Vuelvo a tomar la carretera y me desvío por el camino que va hacia Titulcia, cresteando por los cerros que dejan a la derecha la cuenca del Jarama y San Martín. Por aquí si que había pasado unas cuentas veces pedaleando, pero nunca me había fijado en un montón de piedras apartado del camino, a los pocos km de dejar la carretera, del lado de la cuenca. Me acerco hasta él y veo que se trata también de un homenaje, en ese caso a los soldados británicos de las mismas brigadas. Éste no tienen nada que ver con el otro, no está hecho por ningún escultor, ni datado o inaugurado por nadie.  Sólo hay un montón de piedras, un epitafio y lo más curioso, montones de latas que supongo que forman parte de los restos de los víveres que tenían los soldados que hubo allí hace casi 80 años.

De vuelta a casa, lo primero que hago es buscar en intenet para saber algo más de este lugar y lo que pasó en él. Encuentro varias noticias y referencias, incluso una especie de crónica de lo ocurrido allí. Se trata de la Colina del Suicidio (se nombra en inglés en muchos sitios por haber estado defendida por británicos), un lugar en el por lo que he podido leer se convirtió en una carnicería, en le que dicen que sangraban hasta las aceitunas.

Después de haber estado lloviendo todo el fin de semana, hacía una tarde espectacular, y desde esa colina había unas vistas con las que deleitarse (cosa que hice), resulta increíble que allí hace 80 años se dieran escenas, que afortunadamente los de mi generación, sólo hemos conocido en películas bélicas. Es algo que nos queda muy lejos, pero que no debemos olvidar.