Por
fin, tras casi seis meses sin pisar la sierra de Madrid, conseguimos
organizarnos una ruta corta por La Jarosa. No habíamos montado por
esa zona de la sierra de Guadarrama, pero hacía tiempo que habíamos
oído hablar bien de ella, y es más, hacía un par de semanas que
había conocido algún sendero caminando, lo cual acabó de
convencerme de que había que pedalear por allí. Nos montamos la
ruta utilizando varios tracks descargados y buscando no abusar
demasiado de pistas, sobre todo en las bajadas.
Dejamos
los coches en el embalse, con un nubarrón negro sobre nosotros, que
al salir de casa está mañana desde luego no esperábamos,
pero la verdad es que incluso se agradece porque cuando sale el sol
pica, y eso que no son ni las 10 de la mañana.
Una
vez preparados y arreglados pinchazos que traíamos de casa,
empezamos a pedalear y a los 50 m, el terreno empieza a picar para
arriba, subimos casi hasta los 1.600 m. por las laderas que rodean el
embalse y en algún tramo por un bonito sigletrack por el pinar, que
hace que los kilómetros de coche, hayan merecido la pena. Según
subimos por las pistas, vemos senderos que cruzan adentrándose en el
bosque o que bajan por los cortafuegos que cruzamos: ¡un montón de
posibilidades!
Tras poco más de una hora de ruta y
unos 11 km. , llegamos al punto en el que decidir si seguir adelante
por una pista que nos permitirá hacer algunos kilómetros más o
bajar directamente hacia el pantano por un sendero con muy buena
pinta. Ésta última opción parece la más divertida pero pensamos
que la ruta se iba a quedar muy corta, así que decidimos tirar por
la pista. La pista empieza a bajar fuerte, pero se convierte en un
camino de asfalto, así que tras unos kilómetros de bajada y
pensando que la ruta podía acabar así, decidimos darnos la vuelta y
volver hacia el sendero. Bueno, no hay mal que por bien no venga, sin
quererlo conseguimos las dos cosas, hacer más kilómetros y afrontar
un descenso divertido para cerrar con muy buen sabor de boca.
El
sendero comienza muy limpio por un claro del bosque pero enseguida en
cuanto llegamos a los árboles, las raíces y las piedras hacen
aparición. Nada excesivamente complicado, lo que permite seguir
bajando rápido, aunque paramos dos o tres veces para hacer fotos. La
bajada es una gozada, son 6 km de singletrack con todo tipo de
tramos: sendero limpio, trialeras con piedra suelta, con pedrolos,
alguna plancha pequeña, alguna zona con más inclinación... un
variadito dónde la dificultad la pone cada uno, eligiendo cuánto
quieres soltar frenos y cómo de rápido quieres bajar. Cuánto
tiempo sin catar caminos así.
Acabamos
la bajada de un modo perfecto, en un pequeño chiringuito dónde
antes de volver hacía los coches podemos parar y tomar una cervecita
charlando y poniéndonos al día.
Si
algo nos queda claro, es que tenemos que volver y preparar una ruta
más larga. Está ha sido un primer plato de 25 km, muy buena para
conocer un poco la zona y quitarnos el mono de sierra y largos
singletracks, pero queremos más...