martes, 23 de octubre de 2012

Llegó el Otoño

Sin duda, para mi, es la mejor época para montar, sobre todo si es por bosques. Empiezan las lluvias, las nieblas, bajan las temperaturas pero sin llegar a hacer frío, el suelo tan seco en verano ahora se queda perfecto para subir y bajar y el paisaje es increíble... Esperando encontrar un panorama así, ya en la última ruta por Arganda, cerramos la fecha para volver a una de mis sendas favoritas en San Rafael. Ruta conocida ya para algunos de los que íbamos pero nueva para casi todos.

Pero antes de la crónica de este día, debido a las quejas populares por no haberme referido a ello, especialmente del aludido... pero sobre todo a que el hecho en si es destacable y merece la mención, atención y narración... debo dejar constancia el momento en el que Pedro, durante la última ruta, fue poseído por un Rider Pro de DH.

Para poner en contexto el tema hay que explicar que se trata de una persona prudente y extremandamente cauta en sus descensos, sobre todo si el camino se estrecha y llena de irregularidades: piedras, raíces, surcos, escalones... y sin embargo cuando nota un camino firme, bien pisado y no digamos ya si aparece el asfalto, engancha un piñón y nos lleva a todos con la lengua fuera y maldiciéndole por el ritmo que impone. Pues bien, en la Marcha de Arganda, y con Pedro rodando delante de mi, llegamos a una senda que no conocíamos ninguno de los dos, bastante técnica y con una pendiente constante que cada vez te empujaba más rápido. Entonces sin saber porqué, nuestro amigo empezó a fluir como el agua entre las piedras, yo detrás no daba crédito a lo que estaba viendo porque no es que bajase rápido y descontrolado, sino que iba fino, trazando con firmeza y seguridad, aticipando, dejando la bici rodar... de libro, sin embargo yo empezaba a arriesgar más para seguirle (de hecho con algún sustito) y empezaba a alejarse cuándo llegamos al final del camino y salimos a una pista. Cuando llegamos abajo me encontré a un tipo eufórico y feliz por las sensaciones que proporciona tener un momento de flow así, pocas veces en la vida le he visto esa cara... En definitiva otro motivo para explicar porqué somos de las bicis! Ahora toca ver si fue un momento de iluminación, posesión o si por el contrario lo conserva y ahora nos lleva de cabeza. En todo caso, lo disfrutó...

Y volviendo ya a la breve crónica de este finde: nos juntamos siete con muchas ganas de darle al pedal, echarnos unas risas y sin importarnos demasiado el tiempo que hiciera. Aunque hubo un tiempo de perros durante toda la semana, no desistimos en nuestro empeño de mantener el plan previsto. De hecho, no pintaba bien cuando quedamos a desayunar en el puerto de los Leones: 5 grados, una niebla espesita y lo peor un fuerte viento... menos mal que cuando bajamos a San Rafael, el panorama era totalmente diferente. Nos metimos entre pecho pecho y espalda casi 40 km de ruta que no decepcionaron e hicieron que la panzada de kilómetros en coche mereciera la pena. Sobre la ruta ya hablamos en un post anterior (El Ingeniero), la habíamos hecho en verano, a mi particularmente me resulto más cómoda y con otro encanto: mucho menos calor, y con el suelo fenómeno, algo húmedo pero sin llegar a embarrarse, así que las ruedas agarraban que daba gusto. Es una ruta exigente que no regala un kilómetro y que acaba con un larguísimo singletrack entre árboles, con tramos muy limpios y alguno más técnico. Para los que la probaban por primera vez, un gran descubrimiento que creo disfrutaron de lo lindo y para los que lo conocíamos una ruta que no defrauda (aunque a alguno se e oía protestar cuando quedaban 5 km) pero en la que hace falta regularse muy bien si vas justo y pretendes disfrutarla haciéndo ágiles los últimos kilómetros.

Próxima biciclada: El Escorial parece...


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